Los científicos han definido una nueva época geológica, el Antropoceno, con base en las evidencias que muestran que los procesos atmosféricos, geológicos, hidrológicos y biológicos del Sistema Tierra, entre otros, están siendo alterados por las actividades humanas.
Los cambios más fácilmente reconocidos incluyen el incremento de las temperaturas globales y de los niveles del mar, así como la acidificación de los océanos, todos ellos asociados al aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente dióxido de carbono, CO2 y metano, CH4. Otros cambios inducidos por las actividades humanas incluyen la extensa deforestación y desmonte para dedicar la tierra a la agricultura y urbanización, causando extinción de especies conforme se destruyen hábitats naturales.(1)
Los gases de efecto invernadero son necesarios para mantener el promedio de temperatura global en 15ºC (grados centígrados), de lo contrario, la Tierra se enfriaría a -18ºC. El problema es que actualmente se ha incrementado la cantidad de estos gases por las actividades humanas.
El informe de las ciudades del mundo 2016, Urbanización y Desarrollo: Futuros Emergentes, dice que las 600 principales ciudades, con 1/5 de la población mundial, producen el 60 por ciento del PIB mundial. Sin embargo, cuando la urbanización no se planifica y administra adecuadamente, puede llevar a un aumento de la desigualdad, al crecimiento de los barrios marginales y a efectos desastrosos sobre el cambio climático, según el informe.(2)
Además, el reto de proporcionarles servicios al creciente número de residentes que viven en asentamientos informales es un problema serio en muchos países, así como el aumento de la inseguridad y el incremento en la migración internacional. Entre 1950 y 2005, el nivel de urbanización aumentó del 29 por ciento al 49 por ciento, mientras que las emisiones globales de carbono a partir de la quema de combustibles fósiles aumentaron en casi un 500 por ciento. Este crecimiento es obviamente insostenible.[3]
Existen varios gases de invernadero responsables del calentamiento, emitidos por las actividades de los humanos en una gran variedad de formas. La mayoría provienen de la quema de combustibles fósiles, en coches, fábricas y producción de electricidad. Existen otros gases que contribuyen a este efecto además del dióxido de carbono y el metano, éste se libera en los vertederos y la actividad agrícola (especialmente en los sistemas digestivos de animales de pastoreo), el óxido nitroso de los fertilizantes, los gases utilizados para la refrigeración y los procesos industriales y la pérdida de bosques que, de lo contrario, podrían almacenar el CO2.
A causa del calentamiento global se están generando fenómenos meteorológicos catastróficos como la variabilidad de los climas, lo cual está afectando el suministro de agua y alimentos, se está modificando la distribución de los brotes de enfermedades infecciosas o las enfermedades emergentes relacionadas con los cambios de los ecosistemas, con repercusiones sanitarias que ya se están haciendo sentir: aumento del número de fallecidos por olas de calor y desastres naturales tales como las inundaciones y huracanes, y cambios de la distribución de enfermedades potencialmente mortales transmitidas, tales como el paludismo.
En diciembre de 2015 en el marco de la COP 21 (Conferencia de las Partes, compuesta por todos los Estados «Partes» de la ONU) realizada en París, se votó a favor de la adopción del Protocolo Global contra el Cambio Climático. Su objetivo es mantener la temperatura media mundial por debajo de 2ºC respecto a los niveles preindustriales. La tarea más urgente entre las naciones dentro del Acuerdo de París es la protección de la vida humana ante los fenómenos meteorológicos extremos asociados al cambio climático.
La primera revisión de las contribuciones de los países que firmaron el acuerdo, tendrá lugar en 2018 y la primera actualización en 2020. Este acuerdo entrará en vigor 30 días después de que, al menos 55 países que representen el 55% de las emisiones globales, lo hayan ratificado.
El 2015 quedará marcado en la Historia como el año en el que se firmó el Acuerdo de París, pero también quedará en los anales por haber batido, con mucha diferencia, el récord del año más cálido desde que se comenzaron a tomar registros globales en 1880. El calentamiento global ha causado olas de calor impresionante en India y Paquistán donde murieron miles de personas y animales, se afectó cultivos, se dañaron áreas coralinas, el norte de África, ha sufrido crisis alimentaria afectando a unos 18 millones de personas debido a la escasez de lluvias, muchos osos polares están muriendo ahogados porque no pueden alcanzar los hielos flotantes, y las aves migratorias están perdiendo la capacidad de emigrar porque no pueden seguir los flujos de temperatura a las que están habituadas.
Imagen. Temperatura promedio por zonas.
La inseguridad alimentaria y los refugiados ambientales empezarán a cobrar más protagonismo en los próximos años. Esta migración forzada es producida por catástrofes y el cambio climático, provocando un deterioro lento que contribuye a la expulsión de las poblaciones asentadas en ciertos territorios.
No obstante, no todo el planeta ha sufrido el calentamiento por igual. Mientras las altas temperaturas baten récords por todo el globo, la Antártida y el norte del océano Atlántico y sur de Groenlandia padecen enfriamiento, «una anomalía de frío persistente».(4)
En abril de 2014, se publicó el Programa Especial de Cambio Climático alineado al Plan de Desarrollo del gobierno federal, donde se menciona que México abarca el 1.7% de la superficie terrestre en el planeta y posee el 10% de la biodiversidad conocida. Sus ecosistemas proveen servicios ambientales indispensables para la vida en el planeta, tales como el secuestro de carbono, la provisión y mantenimiento del agua, la conservación del hábitat para la permanencia de especies, la reducción del impacto de los desastres meteorológicos y la formación y mantenimiento del suelo.(5)
También se menciona que se han perdido 127 especies de las cuales 74 eran endémicas. En 2002, la cobertura vegetal natural del país cubría sólo el 50% de la superficie original. Entre 1976 y 2009, las cuencas del Golfo de México fueron las que más vegetación primaria perdieron y en 2002, un estudio consideró que el 45% de la superficie de suelos del país presentaba algún tipo de degradación.
El Programa menciona que aunque México es un pequeño emisor de gases de efecto invernadero, debido a su posición geográfica es altamente vulnerable a las alteraciones que estos gases provocan en el clima, por lo que la mitigación y la adaptación deben ser una preocupación central del país. Para estar preparados, debemos conservar los ecosistemas (y por tanto los servicios que nos proveen), detener la deforestación y degradación forestal, fortalecer la capacidad de adaptación de las ciudades y los sectores productivos y proteger nuestra infraestructura estratégica ante eventos hidrometeorológicos.
Así mismo, el documento menciona que, “desde la década de los años 60, México se ha vuelto más cálido. Las temperaturas promedio a nivel nacional han aumentado 0.85 grados centígrados (…) y las temperaturas invernales (han aumentado) en 1.3 grados centígrados. También se han reducido la cantidad de días más frescos y han aumentado las noches cálidas. Las temperaturas han aumentado de manera diferenciada por región, siendo el norte del país la zona con mayor incremento, de 0.25 a 0.50 grados centígrados por década, entre 1960 y 2010.”
Debido a este incremento en la temperatura, en la actualidad 319 municipios del país (equivalentes a 13% del total) se encuentran ya considerados en “muy alta” y “alta” vulnerabilidad “ante los efectos adversos del cambio climático”, que son inundaciones, deslaves, sequías agrícolas, disminución de rendimiento por precipitación y temperatura, ondas de calor y transmisión de enfermedades.
De acuerdo al Q. Luis Manuel Guerra del Instituto Autónomo de Investigaciones Ecológicas, hay una serie de estudios precisos hechos con calidad científica que establecen la vulnerabilidad que tiene el país precisamente frente al cambio climático, lo que implicará una modificación en los patrones pluviales en una parte importante de la República. Se ha observado que los desiertos ganan terreno en el norte del país por la disminución de lluvia; las regiones más afectadas a futuro pueden ser, Chihuahua, San Luis Potosí y parte de Sonora y Sinaloa. En el sur se prevén grandes inundaciones sobre todo en las cuencas del Papaloapan y Coatzacoalcos por un fuerte incremento en las precipitaciones pluviales y en los estados donde existen tierras bajas, la penetración de agua tendrá un impacto muy importante por el aumento del nivel de los océanos.
Video
Referencias:
[1] http://www.unep.org/geo/pdfs/geo5/GEO5_report_full_es.pdf
[2] wcr.unhabitat.org
[3] Ibid
[4] http://www.elmundo.es/ciencia/2016/01/20/569faf5c268e3e34448b4596.html
[5] http://www.cenapred.unam.mx/es/documentosWeb/Avisos/cambio_climatico.pdf
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